sábado, 13 de noviembre de 2010

Te perdono...


¿Recordáis cuando éramos pequeños y mordíais a otro niño en el recreo? La seño decía: "Pídele perdón". Lo decíamos, pero no lo pensábamos, porque el mocoso al que habíamos mordido, se lo merecía. Pero cuando creces, disculparse no es tan fácil. Cuando acaban los días de recreo, hay que decirlo en serio.

No siempre nos salen las cosas como esperamos, a veces, aunque tengamos un motivo de peso para tomar una decisión, sólo conseguimos hacer daño, y de pronto la culpa asoma la cabeza y nos preguntamos qué hacer, qué hacer cuando la culpa depende de ti. Como seres humanos, podemos hacerlo mejor o peor y aunque no lo creamos, podemos reparar los errores, aunque parezcan irreparables.

Pero a veces, lo siento no siempre es suficiente, quizás porque se utiliza demasiado, como arma, como excusa. Pero cuando lo sentimos y lo utilizamos cuando es debido, cuando lo pensamos, cuando necesitamos decirlo, cuando nuestras acciones dicen más que las palabras...

Cuando lo hacemos bien, lo siento es perfecto, cuando lo hacemos bien, decir lo siento nos revive.

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