miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿Porqué?


¿Porqué? Porque crees que tienes cierta hermosura (y te aseguro que no es suficiente para ir a acostarme esta noche sin calor)... ¿y es por eso que te muestras orgulloso y sin piedad? Pues lo siento, pero no veo en ti más que una de las mercancías más ordinarias de la manufactura de la naturaleza.

Si no te conociera pensaría que tratas de fascinarme, de retenerme a tu lado. Lo siento pero no, no esperes conseguirlo con orgullos vanos y altivos desprecios. Ni tus cejas de tinta, ni tu cabello de seda negro, ni tus ojos marrones como la tierra, ni tus masculinas facciones, pueden someter mi corazón a tu voluntad ni un día más. Porque yo soy mil veces más bella como mujer que tú como hombre y gracias a las imbéciles como yo, está el mundo poblado de hombres soberbios y orgullosos como tú. Soy yo, y no tu espejo quien te adula y es por eso mi culpa que tu orgullo no te deja ver lo que verdaderamente hay tras lo que tus rasgos pueden mostrar.

Mira por un momento más allá de lo que el espejo refleja. Sólo entonces te pondrás de rodillas y llorarás al cielo por haber perdido el amor de una buena mujer; y si me permites susurrarte algo al oído, te diría: "cierto es que posees la riqueza de lo bello, pero eres pobre, pues todo cuanto tienes contigo ha de morir algún día".

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