jueves, 28 de octubre de 2010

Adiós amor


Te he escrito cartas para no olvidarme de tu nombre y te he pintado con mi torpeza para no olvidar el color de tu pelo rizado. Me despierto entre soledades perpetuas prestadas que se me antojan, apenas lo común o lo banal. Y así, al despertar ansío. 


Ansío aquello que no puedo tener, aquello que ni siquiera debo tener. He recogido en una lista todo aquello que deseo de tu cuerpo y nada es tan importante. Nada sienta precedente en mi vida. No eres tan guapo, ni siquiera me hacen temblar ya tus besos. Ya no se me duermen las manos mientras juegas con mi poco pelo. Ya ni siquiera cierro los ojos y deseo que sigas besando mi cuerpo. Ya no eres lo que necesito.


Sé que es muy triste, porque he barrido todos los recuerdos de tu pecho. Todos los mensajes que dejaste en mi memoria se han quedado a oscuras en una caja de zapatos. Te he dejado en tu puerta todos tus regalos, la mirada repleta de recuerdos, el zurrón roto de las palabras, el ansía al despedirnos, el temblor de manos, los tartamudeos y los besos. Están todos frente a tu puerta. Lo siento, pero hoy ya no necesito verte, fue un placer tenerte y que me tuvieras. Fue hermoso mientras me amaste y me hiciste sentir a tu lado... pero qué digo, si nunca me amaste...


Hoy, que me has abandonado y yo te he abandonado, ya no tiene sentido. Adiós. Se feliz.

miércoles, 27 de octubre de 2010

El futuro: miedos y esperanzas


Cuando algo comienza, normalmente no sabes cómo acabará. La casa que ibas a vender, se convierte en tu hogar, tus amigos se convierten en tu familia y el amante de una noche que estabas decidida a olvidar, se convierte en el amor de tu vida.

Pasamos la vida preocupándonos por el futuro, planeándolo, intentando predecirlo, pensando que saber cómo será, amortiguará el golpe… pero el futuro cambia constantemente. El futuro es el hogar de nuestros miedos y de todas nuestras esperanzas.
Aún así, algo es seguro. Cuando por fin se revela, el futuro nunca es como lo imaginábamos.

Las personas pasamos mucho tiempo pensando en el futuro, planeándolo, trabajando para él. Pero en algún momento empiezas a darte cuenta de que tu vida está ocurriendo ahora, no después del colegio, ni de la universidad, ni donde estemos dentro de cinco años… es ahora. Eso es todo, somos nosotros y es aquí. Parpadeas y te lo pierdes.

¿Alguna vez lo has dicho? … “te amo”, “no quiero vivir sin ti”, “has cambiado mi vida” … ¿lo has dicho?.

Haz un plan, márcate un objetivo, intenta lograrlo, lucha por él… pero ahora y cada vez más, mira quién hay a tu alrededor, quién está a tu lado ya y quién te ama ahora. Vive a fondo lo que sientes, sin miedos, con esperanzas, porque esta es tu vida y podría acabarse mañana.

martes, 26 de octubre de 2010

Quédatelo de recuerdo


Desde cuando estás ahí? No hace mucho la verdad, pero has hecho tanta mella en mi que parece llevas a mi lado una eternidad; y ahora quiero que te vayas, porque creo que ya tengo bastante de ti para toda una vida, porque ya no me hieres, porque ya no me dañas, porque sabes cuál es mi punto débil y allí que atacas cada vez que bajo la guardia…

Y yo no dejo de preguntarme porqué, qué he hecho, en que momento de mi vida me volví tan vulnerable que dejé que acabaras conmigo, en que momento me hiciste tan tuya que ya ni siquiera me pertenezco…

Pero ya no te creo, y te odio… sí, te odio, porque es la ira, porque es el daño, porque es el odio lo que me hará olvidarte algún día no muy lejano, lo que me hará ser libre de nuevo y volver a reír, reír de verdad, sin miedo a ser feliz… porque hoy no eres más que un sueño extraño que me invadió una noche de verano, nada más que pasado, nada más que otro nombre que apuntar en mi larga lista de promesas a olvidar.

Hoy ya no eres mi carcelero ni tienes las llaves de mi prisión, hoy ya sólo tienes mi corazón, que ya no es mío, que ya no quiero… quédatelo de recuerdo.

martes, 19 de octubre de 2010

Noche


Noche. Noche encantada. Noche dolorosa. Noche insensata, mágica y loca. Y luego más noche. Noche que parece no acabar nunca. Noche que, sin embargo, a veces pasa demasiado rápido.

Noche de ventanas entreabiertas para recibir un atisbo de primavera. Noche de colchas que protegen y recuerdos que dejan dudas y un sabor un poco amargo en la boca. A veces el pasado hace que las almohadas resulten incómodas, pero ¿qué es el amor?, ¿existe alguna regla, una manera, una receta? ¿o es todo casual y sólo te queda esperar a ver si tienes suerte? Preguntas difíciles mientras el despertador con luz fluorescente señala el amanecer. No puedes saber lo que pasará después. Lo que importa es amarse y basta ¿no?, sin hipotecar el futuro.

Continúa. Y el beso se convierte en una noche solos aquí en casa. Una casa demasiado grande para un amor quizá demasiado pequeño. Cuerpos que se chocan sin querer, roces provocados y ojos que se buscan y encuentran espacios y panoramas nuevos. Esta vez. Momento único. Que desearías que no acabase, que fuese el inicio de todo. Descubrirse vulnerables y frágiles, curiosos y dulces. Una explosión.

Y comprender que tal vez amar es otra cosa. Es sentirse libres y ligeros. Es saber que no pretendes apropiarte del corazón del otro, que no es tuyo, que no te toca por contrato. Debes merecerlo cada día. Y eres consciente de que hay respuestas que quizá deben cambiarse. Es preciso partir para volver a encontrar el camino.

Dos lágrimas resbalan despacio, casi tímidas y preocupadas por no manchar la almohada. La nueve y media de la mañana. La luz entra por la ventana. Me doy la vuelta. La almohada me resulta incómoda. Como un pensamiento puntiagudo colocado debajo del colchón.

Me voy, sigilosa, de la cama. El sueño ha hecho estragos. Después silencio. Ese silencio pleno. Profundo. El silencio de los besos. Ese que habla de sueños y fábulas, de tesoros escondidos. Los más bellos. Mientras espero que notes mi ausencia.

Despiertas. Me llamas. Vuelvo a la cama. Levantas la sábana señalando el hueco que he dejado a tu lado. Vuelve el silencio. El silencio de los besos…

No has sido mi primer amor. Te conocí después de haber amado a otras personas. Y quizá no de este modo. Puede que sea preciso viajar antes de saber cuál es la meta adecuada para nosotros. Quizás cada vez que te amo, sea la primera.

Rara aquella noche… no, preciosa noche. Aún te sueño.