martes, 19 de octubre de 2010

Noche


Noche. Noche encantada. Noche dolorosa. Noche insensata, mágica y loca. Y luego más noche. Noche que parece no acabar nunca. Noche que, sin embargo, a veces pasa demasiado rápido.

Noche de ventanas entreabiertas para recibir un atisbo de primavera. Noche de colchas que protegen y recuerdos que dejan dudas y un sabor un poco amargo en la boca. A veces el pasado hace que las almohadas resulten incómodas, pero ¿qué es el amor?, ¿existe alguna regla, una manera, una receta? ¿o es todo casual y sólo te queda esperar a ver si tienes suerte? Preguntas difíciles mientras el despertador con luz fluorescente señala el amanecer. No puedes saber lo que pasará después. Lo que importa es amarse y basta ¿no?, sin hipotecar el futuro.

Continúa. Y el beso se convierte en una noche solos aquí en casa. Una casa demasiado grande para un amor quizá demasiado pequeño. Cuerpos que se chocan sin querer, roces provocados y ojos que se buscan y encuentran espacios y panoramas nuevos. Esta vez. Momento único. Que desearías que no acabase, que fuese el inicio de todo. Descubrirse vulnerables y frágiles, curiosos y dulces. Una explosión.

Y comprender que tal vez amar es otra cosa. Es sentirse libres y ligeros. Es saber que no pretendes apropiarte del corazón del otro, que no es tuyo, que no te toca por contrato. Debes merecerlo cada día. Y eres consciente de que hay respuestas que quizá deben cambiarse. Es preciso partir para volver a encontrar el camino.

Dos lágrimas resbalan despacio, casi tímidas y preocupadas por no manchar la almohada. La nueve y media de la mañana. La luz entra por la ventana. Me doy la vuelta. La almohada me resulta incómoda. Como un pensamiento puntiagudo colocado debajo del colchón.

Me voy, sigilosa, de la cama. El sueño ha hecho estragos. Después silencio. Ese silencio pleno. Profundo. El silencio de los besos. Ese que habla de sueños y fábulas, de tesoros escondidos. Los más bellos. Mientras espero que notes mi ausencia.

Despiertas. Me llamas. Vuelvo a la cama. Levantas la sábana señalando el hueco que he dejado a tu lado. Vuelve el silencio. El silencio de los besos…

No has sido mi primer amor. Te conocí después de haber amado a otras personas. Y quizá no de este modo. Puede que sea preciso viajar antes de saber cuál es la meta adecuada para nosotros. Quizás cada vez que te amo, sea la primera.

Rara aquella noche… no, preciosa noche. Aún te sueño.

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